sábado, 21 de noviembre de 2015

Qué hacer cuando no sabes qué hacer

Qué hacer cuando no sabes qué hacer


Querido diario (vale, muy querido no es cuando has pasado de esta nomenclatura hasta hoy, en fin...):

Hoy ha llegado un punto en el que el bloqueo mental ha sido máximo. Bueno, puede que ese bloqueo mental haya ocurrido varias veces a lo largo de este mes, pero... he tenido qué reaccionar. 
El problema, es que llegado a este punto, estás tan concentrada en lo que tienes que hacer que cuando decides un día no hacer nada piensas... ¿y ahora qué hago? Así que pasa lo siguiente, te quedas pensando para tus adentros:

  • ¿Y si voy a andar? Malo, plan incorrecto, eso supone esfuerzo físico y se supone que debes tomártelo de relax.
  • ¿Y si voy a tomar algo? Fallo en el sistema, no hay ingresos suficientes como para ir malgastándolos en cualquier cosa, ¿recuerdas esos pantalones que debías reponer...?
  • ¿Y si voy a comprar esos pantalones...? Error, supondrá una tarde perdida de malestar emocional, ¿no te acuerdas de que las tallas no son reales y tu culo ha aumentado de tamaño?
  • ¿Y si preparo unas magdalenas? Imposible, tu culo ha aumentado de tamaño ¿no lo recuerdas?
  • ¿Y si dibujo? Uhmmm interesante, próxima semana. Te has olvidado los lápices y ese bolígrafo es para tus apuntes... ¿piensas gastarlo en un dibujo que te puede salir mal? Descartado.
  • ¿Y si veo una película entretenida? Interesante si tuvieras un lector de usb que te lo leyera... Pero como no has querido actualizarte o comprar uno es lo que toca. Tampoco.
  • ¿Y si lo veo en el portátil? No es comparable a verlo en el sofá con una mantita, ¿no estás ya harta de tanto ordenador? ¿No ha sido suficiente? Dolor de cabeza a los pocos minutos... Innecesario.
  • ¿Y si juego con Chispa? Plan suprimido, ¿tú has visto las locas ganas que tiene de moverse para jugar con su dueña? Tiene más actividad un cactus que tu perra cuando está cómoda durmiendo en su colchón- cama. Más que descartado.
  • ¿Y si hablo con mi familia? Ni planteárselo, están en modo ausente y muerden. Tienen menos ganas de hablar que durante todas unas vacaciones de verano. ¿No has pillado cuando te decían que no querían hablar hoy, porque estaban trabajando en sus cursos de manualidades y cotilleando con sus compañeras de labor? Pues eso, no quieren hablar salvo para preguntarse a sí misma y autocontestarse a continuación, "¿sabes con quién me encontré?" Lo cual resulta apasionante, descartado 5 veces.
Como consecuencia, ha pasado la mitad de la tarde, mi perra me mira suplicando que no la haga moverse de su posición inicial, mi familia está a su aire, y yo no sé qué hacer. Mientras, mis apuntes me observan en silencio desde la mesa de estudio. Me acerco, no puedo evitar su llamada. Los cojo y vuelvo a mi rutina diaria. ¡ Qué triste y aburrida es la vida del opositor!

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